La clave del éxito está en la automotivación

By 14 enero, 2021Sin categoría
automotivación

Traducción del artículo original sobre automotivación de Joanna Haase y Sharon Duncan publicado en Marzo de 2017.

Destination Success: Raising a Self-Actualized Adult not a Straight “A” Student

Gracias Soy Supedotado · Tu refugio por darnos a conocer el artículo a través de sus RRSS.

El destino es el éxito: Criar a un adulto auto-realizado y no a un estudiante ejemplar

Algunos niños con altas capacidades simplemente no están interesados en lo académico. Como padres, puede ser muy frustrante observar a nuestros hijos, hipotéticamente capaces de alcanzar la excelencia en cualquier ámbito que eligieran, estar absolutamente carentes de motivación para afrontar la más mínima tarea. Aunque hay múltiples razones por las cuales un estudiante con altas capacidades podría no prosperar en el entorno académico, en algunos casos, aún con todas las adaptaciones del mundo (reuniones eternas con los tutores, 504 planificaciones diferentes, sobornos e incluso amenazas…) no se tiene éxito en la tarea. Frustrados y confundidos, tanto los padres como los educadores invierten muchas veces tantísimo tiempo y energía intentando encontrar la solución a los problemas en la escuela que pierden el norte hacia el verdadero objetivo que ha de ser ayudar a los niños a que se transformen en adultos competentes.

Desafortunadamente, intentando forzar el éxito en la escuela podemos dejar a nuestros niños muy poco preparados para la vida adulta y poner en riesgo su salud mental haciéndolos más proclives al abuso de sustancias y al aislamiento social. Si bien casi todo el mundo podría nombrar a un estudiante superdotado que dejó la escuela secundaria y consiguió más tarde grandes logros, muy poco tiempo se invierte en entender realmente cómo esos individuos fueron guiados y llegaron a convertirse en adultos emocionalmente sanos y profesionalmente realizados. Entonces ¿cómo hacen los padres de esos niños brillantes, potencialmente capaces de todo, pero aparentemente desmotivados, para ayudar a sus hijos a encontrar el equilibrio entre sus pasiones y la practicidad del mundo real, a aprender la resiliencia necesaria para trabajar en tareas que no quieren llevar a cabo, a desarrollar un sentido sano de identidad a pesar del disgusto que les produce o del mediocre desempeño que tengan en el colegio?

El primer paso es reconocer que no es un problema del niño, sino un problema derivado del constructo social. Los padres necesitan dar un paso atrás, tomar perspectiva, repensar y gestionar sus propias expectativas, miedos y sus propias experiencias pasadas para la consecución de metas y logros o la falta de ellas y la incapacidad para alcanzarlos. Cuando un niño llega a este mundo con un sistema de valores interno muy fuerte, sostenido por sus propias experiencias y no por consecuencias externas como elogios o castigos, necesitamos reconocerlo y asumir que ese niño refleja y posee una resiliencia innata que confundimos con resistencia. En vez de intentar moldear a este niño para que se ajuste a la norma, necesitamos respetarlo, nutrirlo y ayudarle a refinar ese extraño don que posee. Estos son los niños a los que no se puede sobornar, que hacen las cosas porque son lo correcto, lo que se debe hacer según su escala de valores interna, y no porque es lo esperado o lo exigido. Son niños que aprenden porque eligen, porque desean aprender, y no buscando la aprobación de nadie. Son los niños que pueden cambiar el mundo, precisamente porque no se someten ante criterios externos.

Una vez que los padres aceptan que el camino de su hijo puede ser diferente al establecido, necesitan aprender a acompañarlo y ayudarlo para que consiga equilibrar su fabulosa naturaleza independiente con el hecho irrefutable de que vive en el mundo real. No se puede esperar que las escuelas y los empleos se adapten a todas las idiosincrasias. Los padres se enfrentan a la difícil tarea de convencer a sus hijos de que hay muchas cosas a tener en cuenta más allá de su propia e irrefrenable autodeterminación. Una manera interesante de iniciar este diálogo es asistiendo al niño en la tarea de delinear lo costos y beneficios de sus decisiones y de las implicaciones de sus actos. Ayudarlos a trazar un mapa y un camino real hacia sus propios objetivos es una manera bastante efectiva de hacerlo. Un ejemplo de esto ocurrió con un niño que estaba siendo expulsado de un grupo de matemáticas avanzadas porque se negaba a entregar las tareas, aún cuando le resultaban fáciles. Su colegio tenía el típico sistema rígido de seguimiento y control de los estudiantes casi marcado a fuego. Si no se mantenía dentro del carril establecido, exigido y esperado se quedaría fuera de otras oportunidades que serían importantes para que él consiguiera sus objetivos a futuro. Esto al niño no le importaba lo más mínimo. Veía la educación superior demasiado lejos y sus colegas mayores le habían advertido que el profesor de matemáticas de cursos más avanzados era aún peor que el actual. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que, si no seguía por el camino trazado, se quedaría fuera de la competición anual de matemáticas del distrito, todo cambió. Los adultos, los padres, los profesores, no daban mayor importancia a la competición. El niño sí. Una vez que descubrió un objetivo deseado y real, no hubo ningún problema en poner en marcha las tareas previas necesarias para su consecución; entre ellas entregar las tareas de matemáticas. El éxito llegó cuando el niño descubrió por si mismo cómo sus acciones presentes impactarían en sus logros futuros. No se trataba de encontrar el camino correcto entre los cursos de matemáticas de la escuela, o de cómo influiría eso en sus posibilidades de elección académica posterior, sino de descubrir un objetivo que fuera relevante y significativo para él, y en que llegara a entender qué es lo que tenía que hacer para conseguirlo. Mientras este ejemplo ilustra cómo el niño lleva a cabo una tarea no deseada en cuanto la visualiza como un paso necesario para la consecución de un objetivo personal, importante y sí deseado, muy frecuentemente ese conveniente y necesario prerrequisito no existe. En esos casos, si no podemos encontrar un objetivo que al niño le importe conseguir, los padres deben permitir que ocurran las consecuencias naturales de sus actos. No servirá de nada amenazarlos, intentar encauzarlos, castigarlos ni sobornarlos. Simplemente deben dejar que las cosas ocurran, y permitirles así afrontar las consecuencias en el mundo real de sus decisiones, por muy duras que parezcan. Debemos ser conscientes de que, algunos niños, mientras no ven el punto por sí mismos, pueden responder positivamente si llegan a comprender por qué algo es importante, ya sea desde un punto de vista ético o moral, o porque afecta de alguna manera a una persona que para ellos es importante.

Es fundamental que estos niños aprendan a apropiarse y navegar su naturaleza independiente. Pero también es cierto que como padres necesitamos muchas veces protegerlos de influencias externas que podrían dañar su naturaleza de una manera poco saludable. Protegerlos de expectativas dañinas y tóxicas no es lo mismo que sobreprotegerlos, aunque esto no parezca estar tan claro para el resto del mundo. Una vez más, los padres deben ser muy valientes para enfrentarse y desmontar los métodos tradicionales de crianza cuando se trata de su hijo con altas capacidades. Un ejemplo de esto es la experiencia de una niña profundamente superdotada que estaba teniendo serias dificultades para afrontar las presiones que se imponía para cumplir con las exigencias y los altos estándares académicos. Comprendiendo sus necesidades, sus padres decidieron desescolarizarla y poner a su alcance múltiples oportunidades y actividades que mantuvieran un elevado nivel de reto académico, social, físico, emocional y adaptado a sus intereses individuales. Una vez que ella sintió que podía aprender a su ritmo, sin la presión de tener que alcanzar un rendimiento impuesto desde fuera, su malestar y su rebeldía desaparecieron. Dos años más tarde, estaba terminando el bachillerato por su propio camino.

¿Qué fue lo que había cambiado? La niña pasó de ser un fracaso intentando hacer lo que le exigían, a tener éxito siendo ella misma.

Los estudiantes que desperdician su energía intentando complacer o buscando la aprobación o el premio, se sienten a menudo agotados, quemados, vacíos, insatisfechos. Por el contrario, los estudiantes que se dirigen a objetivos propios, motivados por sus deseos internos, se ajusten o no a las expectativas del sistema educativo, es mucho más probable que se conviertan en adultos automotivados y realizados. Lo que debemos hacer es honrarlos; proteger lo que son en toda su individualidad. A través de la aceptación, el amor, la lógica y un poco de sentido común, podemos ayudar a estos inusuales y maravillosos niños a conseguir autonomía entendiendo las implicaciones que sus acciones tienen en sus propias vidas. Debemos recordar que, aunque parezca no importarles la opinión ajena o la aprobación de los demás, o si obtienen o no buenas calificaciones, eso no significa que no les importe nada en absoluto. Al conseguir capitalizar ese fuerte sentido del yo que poseen, podremos enfocar nuestra energía en nutrirlos y en guiarlos, y no ya en intentar cambiarlos o encauzarlos.

La madre de una de estas niñas increíblemente independientes, profundamente dotada y con un sentido extremo de autodeterminación, contó que, en una de sus primeras conversaciones con la profesora de su hija, ya en los primeros años de educación infantil, la tutora respiró hondo y le dijo: “Su hija tiene todas las aptitudes necesarias para ser una adulta fabulosa, exitosa e independiente, pero primero tendremos que encontrar la manera de convencerla de que termine la escuela.”

Traducción del artículo original de Joanna Haase y Sharon Duncan publicado en Marzo de 2017.

Destination Success: Raising a Self-Actualized Adult not a Straight “A” Student

Gracias Soy Supedotado · Tu refugio por darnos a conocer el artículo a través de sus RRSS.

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